domingo, 29 de julio de 2007

I like it!!!

Estoy acercándome al cuarto de siglo. Dentro de unos dias entraré en mi tercer ciclo según el horóscopo chino, lo cual me plantea muchas interrogantes a las que no quiero darle muchas vueltas... Resulta que pensando en la inmortalidad del cangrejo y esas cosas, me encuentro mucho más cerca a cómo era en segundo año de lo que, en teoría debería estar/ser/querer. Lo cual no me supone ningún problema existencial ni mucho menos, es más, me gusta.

De hecho recuerdo una entrevista que me hizo ese año la Pau, donde yo respondía algo así como que "ahora es tiempo de vivir" (suena cursi, la Pau lo eligió de título). Y siento que sigo en esas y lo disfruto mucho. Me gusta planear, organizar, proyectar y hacer esas cosas, pero aún más me gusta sentir eso en cada momento, vivirlo a concho.

Lo admito, soy una chancha, una chancha de agua... jabalí cuando me pongo media salvaje. Llevada de mis ideas, terca, hiper porfiada y algo violenta en ocasiones, pero también amiga de mis amigos, leal y valiente. Soy una chancha que ama la vida, le encanta revolcarse en su chiquero y que le rinde culto a los dos mejores pecados capitales (adivinen!)

Y por todo eso y lo demás, quiero dedicarme esta entrada a mí (así de egoísta), una especie de guiñada de ojo frente al espejo, como me gusta hacerlo a veces...

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lunes, 16 de julio de 2007

“I am one of those melodramatic fools”

Definitivamente, yo soy una de ellos. Para mí la vida siempre tiene un toque de tragedia. Un desaire, mi orgullo o tus palabras, todo es susceptible de ser amado, odiado o sufrido. Y por eso me resulta tan curioso que justamente ahora, con esta moda media emo, media gótica, eso se pierda. El sufrimiento no pasa de ser algo extraño y, por lo mismo, cool. 


Es cierto, soy una vieja a quien le siguen gustando las tragedias de antes y que, en cierto modo, las sigue viviendo. Aunque no siempre se me note, suelen dolerme mucho algunas acciones o circunstancias de esta vida. Y, como buena actriz de una mala obra melodramática, suelo también guardarme la pena y llorar muchas noches pensando que esta si es que la última vez, la última oportunidad. Pero no, el drama es que la última palabra nunca está dicha hasta que uno expira, la comedia debe continuar y uno debe enfrentarse a sus miedos proactivamente.


Porque está bien sufrir, pero como dicen muchos “no es para tanto”. Me apesta que me digan eso, y si para mí es para tanto? Quiero tener el derecho a vivir mi tragedia griega, aunque sea chica y cagona. Por un momento sentirme la protagonista o morir como si lo fuera. 


Por eso soy una tonta melodramática, porque para mí los “no son para tanto”, “no les pongas color”, “el tiempo sana” y toda esa sarta de sandeces que te dice la gente que no es capaz de ponerse en tu lugar ni de vivir sus propias desgracias, son palabras al viento.


Pedazo de canción inspiradora:
"I am one of those
Melodramatic fools
Neurotic to the bone
No doubt about it"

Green Day, Basket Case

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miércoles, 11 de julio de 2007

Nebulosas de reflexión

Hoy abrí mi cajita musical, cuya fiel custodia es la bailarina Ariadna, y me di cuenta de cuántos recuerdos he acumulado en estos últimos años. Cartas, fotos, recortes de diarios, velas a medio quemar, tarjetas, dibujos... todos con un valor sentimental, todos ligados a personas especiales. Y ahí están como pequeños fragmentos de mundos, de vidas y de momentos. 

Los recuerdos son como el polvo espacial. Quién sabe si algún día fueron parte de un planeta, de un mundo donde millones de seres caminaron, comieron y se amaron. Eso son los recuerdos para mí: pedacitos de otros mundos. 

Y eso es lo que los hace maravillosos: que a través de ellos podemos tratar de vislumbrar ese otro mundo que ya no es, pero del que aún quedan esas pequeñas partículas minúsculas. Es como mirar las estrellas y pensar que ese cielo no está sobre nosotros, sino que es el cielo que estuvo sobre las cabezas de nuestros requetecontratatarabuelos. Es sentir la trascendencia y la finitud de la vida de un paraguazo. 

Por eso le tengo tanto cariño a esos objetos, mis cachivaches. De algún modo siento que me hacen revivir emociones y reencontrarme con partes de mí que a veces, por circunstancias de la vida, por olvido o por recelo, guardo.


Son los fragmentos de mis propios mundos y de mis experiencias, que cada cierto tiempo me gusta visitar. Me río con ellos, lloro releyendo viejas cartas y, por sobre todas las cosas, gozo sabiendo que todo eso es mío, no porque estén en mi cajita de música-baúl de los recuerdos, si no porque están en mi cabeza
Bien resguardados por Ariadna duermen. Al abrigo del frío, de los años, de inconcientes olvidos y de ataques de haré-una-pira-gigante-en-el-patio. Sólo para mí.

PD: Gracias mi amigo del alma por regalarme a mi bailarina, fiel oyente de mis sueños y llantos y protectora oficial de mis cachureos, Ariadna.

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