martes, 26 de agosto de 2008

Vivir y sobrevivir

El dolor es parte de la vida, sentir dolor es sentir que estás vivo. Por eso detesto cuando se te acerca gente diciendo estupideces del tipo: “ya pasará”, “el tiempo todo lo cura”, “no llores, él te cuidará desde el cielo”, y un largo etc.

Llorar hasta quedarte dormida, con los ojos rojos e hinchados no es estar loca. Es estar viva. No necesito un maldito calmante para verme o sentirme ‘normal’... cómo puedo sentirme bien al ver el rostro que amo blanco como el papel, sin una gota de vida en su interior? Llorar y sentir que eres una pura llaga porque el ser que más amabas yace en un ataúd no es malo. Es la vida misma. Yo no sé si eso te enseñe, te haga más fuerte o te vuelva inmune al dolor. No lo creo. Pero sí sé que eso pasa a ser parte de ti.

Para mí no es tema el ‘tener que vivir con esto’. Es como preguntarse cómo se puede vivir con frenillos o sin apéndice. Es un hecho de la vida que yo he elegido tomármelo de la manera que creo correcta: amo a mi papá y no puedo hacer otra cosa que sufrir porque ya no está conmigo, pero eso no me ocupa el 100% de mi tiempo, aunque sí es parte de mi vida y seguirá doliendo con la misma intensidad hasta el día que me muera.

El dolor por la muerte de mi padre no es una carga porque, en el fondo, nace de todo el amor que yo siento por él. Sí lo son las preguntas que no puedo evitar hacerme a partir de eso. El no sentirlo cerca, el no saber si, de verdad, hay una especie de ‘más allá’, el tener claro que nunca más, mientras viva lo volveré a ver... el simple hecho de echarlo de menos.

Supongo que a algunas personas les servirá la religión en estos casos, pero tantas otras nos sentimos en un completo estado de abandono, donde, noche tras noche, el silencio es la única respuesta. Nada del ‘más allá’, ni de ángeles de la guarda, ni de una protección invisible del ser amado, sino la más pura soledad. No queda nada.

Puede ser que se trate de morir un poco para después darse cuenta de que uno sigue vivo. No sé si a partir de experiencias dolorosas se aprende... quizás uno comience a valorar más otras cosas y, al estar tan cerca de la muerte, le tome el peso a la vida. Quizás porque nos obliga a preguntarnos qué somos y para qué diablos vivimos.

Pero lo cierto es que pocas veces el dolor deja respuestas. Al contrario, te llena de preguntas que o respondes a través de la religión o las dejas con puntos suspensivos. Es fácil llegar a la angustia y la desesperación si no encuentras respuestas porque te enfrentas al misterio de la vida.

Es cierto que no hay una amenaza a la supervivencia en este tipo de dolor. Pero yo creo que hay algo peor: una amenaza a todo lo que creemos. La muerte se alza en todo su esplendor ante nosotros y no podemos hacer otra cosa que agachar la cabeza y aceptar su triunfo. La muerte mata lo que hace vivir al hombre: la esperanza.

Sobrevivir al dolor es, para mi, sobrevivir a la soledad, al sin sentido y a la falta de certezas. Y no es poco. Quizás por ese lado el dolor sí pueda ser visto como la terapia de la que habla Boo, una especie de prueba de nuestros límites, de cuánto somos capaces de soportar en el vacío, sobreponernos a él y construir por nosotros mismos un sentido propio para nuestras vidas.

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domingo, 24 de agosto de 2008

Una cosa por otra

Hay personas a las cuales les resulta fácil responder a una pregunta con lo que creen, con lo que sienten o con lo que les pasó. A mi NO.

Aunque haya recreado mil veces el diálogo en mi cabeza, aunque se lo haya dicho de mil maneras frente al espejo, en la cama antes de dormirme, en la micro, donde sea... al momento de responder, de mi boca sale otra cosa. Lo siento, no puedo.

Me lo he repetido un montón de veces en un montón de momentos distintos... pero no importa. A la hora de la verdad lo que digo es siempre lo que me parece más normal, más lógico... lo que 'debería' estar diciendo y no realmente lo que pienso/siento/pasó.

Lo que es peor: me creen. No hay preguntas y pasa a ser una verdad aceptada. En ese minuto ya no hay vuelta atrás. La mentira está dicha, fue creída y mis intenciones se fueron al carajo. Y si bien no puedo dejar de sentir un cierto alivio porque NO tuve que dar la gran explicación, NO tuve que confesar lo que, por algún motivo, me avergüenza, espanta... o simplemente me es difícil (imposible) contar... al momento siguiente, cuando pasa el alivio, viene la angustia y una sensación de enorme soledad.

Porqué sé que hay cosas con las que me iré a la tumba. Cosas de las que ni siquiera me acuerdo. Mentiras sin importancia que quedarán ahí, inocuas y sin consecuencias, olvidadas en algún rincón de la mente sin ser dichas, sin que nadie las denuncie como la mentira que son, sin que nadie sospeche la verdad.

Y si algunas las digo y las olvido sin más, hay otras que me duele guardármelas. He pasado horas pensado cada palabra, verbo, sustantivo, adjetivo que voy a usar para decirlo, pero llegado el momento me los guardo, digo otra cosa... y duele.

¿Por qué lo hago? Podría argumentar que se trata de mi insufrible orgullo, por ejemplo, y creo que no estaría lejos de la verdad. Sin embargo, hay algo que sigue sin calzarme: cuando me imagino diciendo "sabes qué, en realidad me pasó esto y no esto otro", es a una persona de mi más absoluta confianza (me sobran los dedos de una mano), con la que, se supone, el orgullo ya no debería importar tanto. Algunas de las pocas personas que me han visto tanto riendo como llorando a mares, hecha pedacitos... entonces ¿por qué?

No se trata de confianza en el resto... confío en ellos más que en mí misma. Se trata de mi soledad. Mi soledad es celosa y no deja que nadie se interponga entre ella y yo. Hemos pasado demasiados años juntos y se cree con el derecho de sacármelo en cara. Quizás lo tenga.

Sacarme en cara de que ha sido ella la que me ha acompañado todos estos años, que ella es la única realmente fiel, que sólo ella me puede alegrar tanto un día como hacerme llorar hasta quedarme dormida entre sus brazos... que mis secretos le pertenecen, como parte de mi vida misma.

No me estoy quejando de esta relación, entiéndame: yo también amo a mi soledad. Simplemente que a veces me gustaría que fuera una relación más abierta. Pero sé que no puede ser así... en el fondo ni yo misma lo deseo. ¿Para qué? Hay cosas que no queremos saber, hay cosas que no quiero que nadie sepa de mí, piezas del rompecabezas que quiero esconder del resto... en este juego yo tengo las fichas marcadas y hay algunas que jamás podrán encontrar.

Finalmente, es el dolor y la soledad que yo me busqué, las cosas que no dije porque yo no quise, las piezas que oculto porque yo quiero ocultarlas. No se trata de que las busquen, ni de que las adivinen... se trata de ver qué pueden hacer con las que tienen ¿quererme? ¿mandarme al carajo? ¿ignorarme? Esa es su decisión. Yo ya tomé la mía.

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viernes, 22 de agosto de 2008

Canciones chicle

Usualmente me pasa que ando todo el día pegada con una canción. A veces puedo andar varios días con el mismo tema dándome vueltas en la cabeza y me sorprendo tararéandolo en la ducha, en la calle, frente al computador, en fin, en cualquier lado.

No es que las canciones que se me peguen sean siempre de mi gusto personal... confieso que alguna vez se me ha pegado el estribillo de algún reggaetón, por ejemplo (o como se escriba esa aberración musical engendrada por seres que no merecen el apelativo de humanos). Pero cuando pasa eso es terrible!!!

Es vergonzoso sorprenderse tarareando la canción de la teleserie Mala Conducta en la calle (sí, me ha pasado x_x)... in-com-pren-di-do y blablabla.... grrr... y son tan pegajosas!

Además, como las ando cantando por la vida suelo contagiarlas a las personas que me rodean (por lo que muchas veces he sido detestada =P). Desde canciones infantiles hasta reggaetones, pasando por cosas que escucho en la calle o en la micro (en realidad, eso era antes, ahora como mucho se suben a cantar y, la verdad, me tienen media chata con "Mira niñita" que parece ser LA única canción que conoce esta gente).

El viernes pasado, por ejemplo, anduve pegada (otra vez) con una canción que me mandaron: "First Time" de Helloween. Creo que dejé a más de alguien rayado con la famosa cancioncilla en Terra... jijiji =P

Hace unas semanas la canción que no paraba de sonar en mi cabeza era "Live to win" de Paul Stanley. Se me pegó gracias a un capítulo de South Park muy gracioso (sobre todo para los jugadores compulsivos de juegos en línea... yep, WoW)... (8)live to win, till you diiieee, till the lights dies in your eyeees(8) =P

La canción que tengo pegada desde el domingo es "Back to Black" de Amy Winehouse... al comienzo no había pescado a esta mina porque le daban demasiado bombo y cuando pasa eso, yo me alejo como de la peste. Pero debo reconocer que, a veces, hay gustos masivos que son buenos... ok, me gustó Amy (aunque su persona me da pena y asco a partes iguales), tiene una gran voz de negra (supongo que debe tener una caja torácica parecida a la de los negros) y sus canciones tienen swing.

Y bueno, después de enumerar algunas de las últimas canciones chicle que se me han pegado, no puedo dejar de pensar que el hecho de que te pegue tal o cual canción es una mala y vil jugada del inconsciente (o subconsciente... siempre se me confunden =P). Mi lado paranoico me argumenta que recordamos las canciones que recordamos porque de alguna manera a través de ellas canalizamos nuestros estados mentales del momento y nuestros sentimientos más ocultos... claro porque puedes tararear una canción que diga algo que en realidad tú jamás dirías, pero al fin y al cabo es una canción que escribió otro.

Es como esconderse detrás del autor/grupo/persona que canta para así tratar de camuflar pensamientos que no quieres que nadie, excepto tu almohada, los sepa.

Mi lado menos paranoico argumenta que mi lado paranoico se puede ir al carajo con sus teorías conspirativas a lo Del Villar y que debería dejar la semiótica exactamente donde está: en unas fotocopias mugrosas guardadas en alguna parte de mi closet o de mi estante =P.


Canción de última hora: Gracias a una radio que repetía incesantemente la famosa cancioncilla en el Hoyts de San Agustín se me pegó un viejo (pero vieeejooooooooo) éxito de mi adolescencia. Así que la próxima vez que me vean no se extrañen si ando tarareando esto XD.

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miércoles, 20 de agosto de 2008

El gato de los ojos naranjos...


acecha mi puerta.

Apareció de la nada hace algunos días y tiene el firme propósito de que lo adoptemos.

Es un gato lindo. Eso no puedo negarlo. Es dorado y muy peludo, con una cola gruesa y, lo más bonito de todo, unos ojos naranjos y cristalinos como el té rojo XD

El problema es que parece que el gato naranjo ya nos adoptó. Se queda por horas en la puerta de mi casa e incluso el muy fresco se atreve a entrar con toda la patudez del mundo si le abrimos la puerta.

Nos mira con sus ojos redondos y naranjos, maúlla y se pasea por nuestras piernas como si fuera el gato de la familia. Deja que le hagamos cariño y actúa como si fuéramos viejos conocidos... No puedo dejar de reconocer que la estrategia es buena... sobre todo en una persona que, como yo, tiene una duda razonable de sus recuerdos o_O

A mi mamá le resulta gracioso el gato forastero, le gusta su felinidad peluda y sus ojos naranjos. Creo que el gato adoptó a mi mamá... sabe que ella puede ser su puerta de entrada a esta familia, estoy segura que debe notar la simpatía que ella siente por él, así que se comporta de manera descuidada y mimosa con ella.

¿De dónde carajos apareció el gato? ¿por qué escogió a MI familia? A veces mi mente medio paranoica me intenta convencer de que todo es un plan cuidadosamente armado por el gato de los ojos naranjos. Nos espió durante días, semanas quizás, hasta que estuvo seguro de que quería que nosotros fuésemos su familia y entonces se acercó a mi puerta, como si nada. Se plantó a la entrada esperando que le abrieran. Sin pedir permiso, apenas con un miau más orgulloso que lastimero y con su mirada color mandarina como armas.

En estos momentos, el gato de los ojos naranjos sigue acechando la puerta de mi casa. Dispuesto a esperar días enteros hasta convencernos de que, en realidad, él ya es un miembro más de nuestra familia...


PD: la foto NO corresponde al gato naranjo psicópata, pero se acerca bastante a su aspecto, para que se hagan una idea.

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martes, 19 de agosto de 2008

Trío dinámico


Me encanta esta foto!!!

Estaba revisando carpetas del año de la pera y encontré esta fotillo donde los 3 salimos de lo más mononos, como dirían las abuelitas =P

Chicos: creo que ustedes me conocen y saben lo difícil que es para mi expresar mis sentimientos. Pero pucha que los quiero (no, son las 4 de la tarde y NO he tomado... o sea, un poquitín de pisco sour pero para el frío, nada más, lo prometo =P).

Lord: mi más mejor amigo. Mi compañero por la vida, paño de lágrimas, partner, socio... el que me hace reir a carcajadas, me emociona, me apaña, me cuenta, me escucha y fresquea de lo lindo... no sabes lo importante que es tenerte en esta vida. En realidad, compartirla, y 'tenernos' el uno al otro, saber que siempre al otro lado de la línea, del chat, de lo que sea, aunque sea del otro lado del mundo, habrá un Lord o una marciana dispuesto a escuchar, a consolar, a pelar o a reir con el otro.

Sos lo máximo, pibe!!! (y yo soy la cagá, eso está claro, cierto?)... te recontra quiero!!!

Clo: me cuesta encontrar las palabras. Me pasa justo al revés que con Seba, porque creo que tb la relación es como la otra cara de la moneda... si con mi Lord conversamos hasta por los codos, creo que nuestra amistad siempre ha sido una callada forma de entendernos.

Claro que conversamos y me cuentas tus viajes seudo-alucinógenos-espaciales-locarios y yo te cuento mis historias mínimas, rabias y sueños tontos, pero creo que lo que más nos une es el silencio. El poder estar acompañándonos sin tener que decir mucho... me gusta estar contigo, que nos riamos de cochinadas (lejos tu mente es más sucia que la mía!), que disfrutemos comiendo algo rico y que conversemos de lo loca e insana que es esta vida.

Te quiero mucho, niña =P

No me pregunten porqué estoy haciendo esto hoy día y ahora porque no sé. Simplemente sé que los quiero y quiero mandarles un abrazo enorme por estar, por ser.

Saludos
Myriam

PD: si el post del feisbuc era el post rabioso del mes, este es el post tierno del mes... así que aprovéchenlo!

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lunes, 18 de agosto de 2008

Preguntas trascendentales

Cuando hablamos de "preguntas trascendentales" solemos asociarlas con las típicas "¿Quién soy? ¿hacia dónde voy? Y cosas por el estilo.

Claro, las preguntas por el destino, la vida y la muerte son los asuntos esenciales en la vida del hombre... pero lo cierto es que cada uno tiene su manera de plantearlas y afrontarlas. Desde la trinchera que sea, llámese religión, ciencia o filosofía, tratamos de responder a estas preguntas fundamentales que nos persiguen y atormentan... y que probablemente lo harán hasta el último día de nuestras vidas.

Ahora, las preguntas (y respuestas) más o menos lúcidas de algunas personas son lo que me llama la atención:

"Will sinners burn in hell forever
or will they be totally annihilated in the lake of fire?
"


Encontré esto de casualidad y no pude dejar de leerlo, riendo entre dientes, no sabiendo bien si burlarme nada más de la persona que se dio esta inútil (para mi gusto) paja mental o qué.

Dedicarse a analizar adónde van los pecadores o si van siquiera a alguna parte después de la muerte es algo que merece el asombro, la admiración y la carcajada a partes iguales.

Me burlo de esta persona, pero quizás esté mejor que yo, que no tengo respuesta... yo, que sólo tengo el silencio.

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miércoles, 13 de agosto de 2008

Facebook y los "saco de weas"

En facebook, como en la vida, hay de todo, no estoy descubriendo la pólvora con eso. Abrir facebook y ver qué hacen el resto de tus contactos, los grupos a los que se unen o los nicks que se ponen es un verdadero reality.

Yo usualmente me paseo por perfiles y grupos vitrineando, mirando entre divertida y curiosa los inventos más o menos estúpidos que se les ocurren a las personas. A veces me sumo a grupos que considero lo suficientemente tontos y entretenidos (aunque al principio también pasé por la etapa de unirme a las 'causas serias e importantes'... que en realidad todo el mundo sabe que pesan menos que un paquete de cabritas).

El caso es que descubrí uno de esos grupos que dan vergüenza ajena: "Yo anduve con un saco de weas". Tal cual o_O. Me cuesta creer que haya gente que, si no se siente orgullosa, al menos no tiene problema alguno en reconocer que fue lo suficientemente idiota como para aguantar a un 'saco de weas'. Y lleva más de 22 mil miembros!!! x_x

Mujeres, en su gran mayoría que, en un acto de solidaridad malentendida, se apoyan unas a otras por la desgracia de que le haya "tocado" como pareja un ser de dudosa calidad humana. Ok, quizás a mi no me haya "tocado" (todavía) andar con un saco de weas... pero la verdad es que si me pasara algo así no me sentiría orgullosa. Antes iría corriendo a poneme una bolsa de papel sobre a cabeza.

Y remarco la palabra "tocado" porque NO creo que ese tipo de cosas simplemente le 'toquen' a uno sin más... no, si ellas anduvieron con un 'saco de weas' es porque en algún momento de sus poco lúcidas existencias escogieron a un 'saco de weas'! Y no creo que ese sea un motivo de algo parecido al orgullo, la solidaridad o cualquier sentimiento que linde con la compasión.

A uno le "toca" un padre borracho, una madre drogadicta o un hermano insoportable, pero NO le "toca" un 'saco de weas' como pareja... ¡carajo! ¿¿¿dónde quedó el libre albedrío???

Si uno no es capaz de escoger a su pareja (o al menos hacerse responsable de la mierda que eligió) ¡NO se quejen!

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viernes, 8 de agosto de 2008

Personajes de mi infancia

Son los típicos sujetos que todavía recordamos con una mezcla de emociones que pueden ir desde la alegría, hasta el miedo o incluso la indiferencia o total antipatía. Lo que los une es que nos remiten a nuestra infancia, ese lugar que, según la persona, puede ser recordado con muchos colores, en blanco y negro, a pedacitos o con recuerdos que nunca pasaron.

En fin, acá van algunos de los personajes que marcaron mi infancia con más o menos éxito:

Viejo Pascuero: El viejo gordo, barbón y vestido de rojo que sale en los comerciales de la Coca Cola. En mi casa jamás hubo una recreación para Navidad que contribuyera a hacerme creer en él. Es más, mi papá a penas pudo se encargó de informarme que era él (y mi mamá) quienes se sacaban la cresta durante todo el año para alimentarme, vestirme y regalarme un par de 'cachureos' para las ocasiones especiales.

El viejo pascuero era para mi la imagen en la que creían los niños tontos (así como el Conejo de Pascua y el Duende de los dientes). Los niños que no sabían que, en realidad, eran nuestros propios padres los que compraban y envolvían nuestros regalos.

Según averiguaciones hechas recientemente a mi madre, parece que creí en el viejo pascuero hasta los 3 años más o menos...

El Viejo del Saco: Cualquier vagabundo con una bolsa lo suficientemente grande para ser llamada 'saco'.

Miembro de las legiones infernales de la más baja calaña, el viejo del saco era el que se raptaba a los niños que no se comían toda la comida. Como yo.

Mi familia fomentaba (insanamente) mi temor por este ser. Recuerdo una vez en particular en que, para variar, estaba mañoseando y entre mis papás y mi tía se pusieron de acuerdo para asustarme. Me dijeron que habían visto al viejo del saco, que mejor me lo comiera todo porque si no podía venir a llevarme. Acto seguido se siente un remezón en el ventanal y veo pasar un figura agachada llevando algo en la espalda... demonio de familia!

El ciego de los dulces: Yo juraba que se había muerto, pero no, sigue vivito y coleando. Desde que yo era chica que se pasea con su bastón y su bolsita de dulces por las mal pavimentadas calles de Las Condes (yo no sé cómo no se saca la mierda).

Cada vez que tocaba el timbre de mi casa, mi abuela salía y le compraba dulces (me acuerdo de los 'sapito'), así ella se aseguraba de tener siempre una buena reserva para darnos algunos. Mi papá, en cambio, solía darle dinero, pero no aceptaba jamás sus dulces medio derretidos por el sol. Le repetía a mi abuela una y otra vez que no se los aceptara porque podían estar vencidos y cómo carajos me iba a dar una cosa así a mi. A mi abuela le importaba un rábano.

El asunto es que este es uno de los únicos personajes de mi infancia que sigue allí. El ciego está más viejo y tiene más canas, pero se sigue paseando como hace 20 años atrás por esas calles.

Y cuando yo paseo por esas mismas calles, también siento que vuelvo a ser la niña que comía los sapitos derretidos, que se burlaba para sus adentros de los que creían (y creen) en el viejo pascuero y que le teme al viejo del saco.

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