Vida, muerte y lo que hay entremedio
“But now I have come to believe that the whole world is an enigma, a harmless enigma that is made terrible by our own mad attempt to interpret it as though it had an underlying truth”.
Umberto Eco
Lamento no haber publicado nada recientemente, he estado bastante ocupada en estos días sobre todo debido a un hecho en particular: el nacimiento de los hijos de mi gata. Sucedió el sábado a eso de mediodía y realmente fue algo maravilloso. Yo ya había visto nacer antes a gatitos (los hijos de la Niña), pero de eso ya han pasado unos 10 años y ahora volví a emocionarme.
No sé si a ustedes les ha pasado, pero estar presente en algún nacimiento debe ser uno de los instantes más mágicos de la vida. Es curioso, pero ahora que escribo de esto y trato de describir lo que sentí en esos momentos, lo primero que se me vino a la mente fue una imagen de muerte: la imagen de mi padre en el ataúd.
Son momentos de cambios profundos, de tránsitos entre lo que no conocemos y este mundo, entre ese vientre oscuro donde se formaron esas 4 ratitas a partir de un par de células y la posibilidad de poder verlas y acariciarlas. Pero también es el proceso inverso, ese por medio el cual algo que estaba vivo pierde esa llama.
También me pasó cuando murió mi gatita, hace poco. Yo sostuve su cabeza entre mis manos y no paré de hacerle cariño, mientras el veterinario aplicaba distintas inyecciones que finalmente la dormirían para siempre. Primero sus ojos se cerraron y después su respiración se fue haciendo cada vez más débil, más lenta, más tenue, hasta que ya no respiró más. Y entonces eso a lo que acariciaba seguía siendo el cuerpo del ser querido, pero ya no era mi gata, era ‘algo’ a mitad de camino entre lo que amaba y materia en proceso de descomposición.
Cuando mi papá agonizaba en el hospital volvió a ocurrir, pero esta vez el proceso fue tan lento que parecía que no avanzaba. Durante un poco más de mes y medio, mi papá estuvo inconsciente, postrado en una cama, conectado a diversas sondas que introducían y extraían sustancias de su ser. Ese cuerpo era el de mi padre, pero lo cierto es que cada día que pasaba se asemejaba menos a mi padre. Era como si los rasgos fuesen perdiendo esa fuerza vital que los animaba... como si una parte se hubiese ido, dejando a la otra sin carácter propio.
El proceso culminó el día que lo ví en el ataúd. Era mi padre, por supuesto que era él, pero al mismo tiempo era un cuerpo, una parodia de ser humano, un ‘algo’, no un ‘alguien’.
Es difícil de explicar, pero me pasa que en estos momentos tan disímiles entre sí he sentido esa puerta, ese límite entre lo que somos y cuando ya no se es, entre lo que no estaba y lo que ahora vive. Es como cuando lees Frankenstein en el momento cúlmine, cuando ese constructo, ese amasijo de carne se vuelve un ser viviente y aún así nos enfrentamos al misterio del ‘qué es eso’, y nos quedamos pasmados ante el hecho tan simple de la vida. Tan simple, pero que lo es todo.
“El nacimiento y la muerte no son dos estados distintos, sino dos aspectos del mismo estado”.
Mahatma Gandhi
*Imagen sacada de http://redjuice.deviantart.com/art/Life-and-death-49885704