viernes, 8 de agosto de 2008

Personajes de mi infancia

Son los típicos sujetos que todavía recordamos con una mezcla de emociones que pueden ir desde la alegría, hasta el miedo o incluso la indiferencia o total antipatía. Lo que los une es que nos remiten a nuestra infancia, ese lugar que, según la persona, puede ser recordado con muchos colores, en blanco y negro, a pedacitos o con recuerdos que nunca pasaron.

En fin, acá van algunos de los personajes que marcaron mi infancia con más o menos éxito:

Viejo Pascuero: El viejo gordo, barbón y vestido de rojo que sale en los comerciales de la Coca Cola. En mi casa jamás hubo una recreación para Navidad que contribuyera a hacerme creer en él. Es más, mi papá a penas pudo se encargó de informarme que era él (y mi mamá) quienes se sacaban la cresta durante todo el año para alimentarme, vestirme y regalarme un par de 'cachureos' para las ocasiones especiales.

El viejo pascuero era para mi la imagen en la que creían los niños tontos (así como el Conejo de Pascua y el Duende de los dientes). Los niños que no sabían que, en realidad, eran nuestros propios padres los que compraban y envolvían nuestros regalos.

Según averiguaciones hechas recientemente a mi madre, parece que creí en el viejo pascuero hasta los 3 años más o menos...

El Viejo del Saco: Cualquier vagabundo con una bolsa lo suficientemente grande para ser llamada 'saco'.

Miembro de las legiones infernales de la más baja calaña, el viejo del saco era el que se raptaba a los niños que no se comían toda la comida. Como yo.

Mi familia fomentaba (insanamente) mi temor por este ser. Recuerdo una vez en particular en que, para variar, estaba mañoseando y entre mis papás y mi tía se pusieron de acuerdo para asustarme. Me dijeron que habían visto al viejo del saco, que mejor me lo comiera todo porque si no podía venir a llevarme. Acto seguido se siente un remezón en el ventanal y veo pasar un figura agachada llevando algo en la espalda... demonio de familia!

El ciego de los dulces: Yo juraba que se había muerto, pero no, sigue vivito y coleando. Desde que yo era chica que se pasea con su bastón y su bolsita de dulces por las mal pavimentadas calles de Las Condes (yo no sé cómo no se saca la mierda).

Cada vez que tocaba el timbre de mi casa, mi abuela salía y le compraba dulces (me acuerdo de los 'sapito'), así ella se aseguraba de tener siempre una buena reserva para darnos algunos. Mi papá, en cambio, solía darle dinero, pero no aceptaba jamás sus dulces medio derretidos por el sol. Le repetía a mi abuela una y otra vez que no se los aceptara porque podían estar vencidos y cómo carajos me iba a dar una cosa así a mi. A mi abuela le importaba un rábano.

El asunto es que este es uno de los únicos personajes de mi infancia que sigue allí. El ciego está más viejo y tiene más canas, pero se sigue paseando como hace 20 años atrás por esas calles.

Y cuando yo paseo por esas mismas calles, también siento que vuelvo a ser la niña que comía los sapitos derretidos, que se burlaba para sus adentros de los que creían (y creen) en el viejo pascuero y que le teme al viejo del saco.

1 comentarios:

La Ex miércoles, agosto 13, 2008 8:11:00 p. m.  

Me encantaron tus personajes de la infancia, yo incluiria el organillero porque vi varios en mi infancia =)
La invito cordialmente a pasar por nuestro blog y comentar si es que tiene tiempo.
Muchos saludos!

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