El cristal de mis lentes está irremisiblemente roto. Esta mañana hizo una maniobra suicida y cayó sin contemplaciones desde el lavamanos al suelo, estrellándose contra las baldosas y dejándome con un ojo menos.
Después de varios intentos de suicidio, finalmente mis lentes pasaron a mejor vida. Varias veces habían intentado un triple mortal desde el lavamanos, sin resultados. A lo más un pequeño raspón sin importancia. Incluso cuando hace un par de años me caí (literalmente 'mordí el polvo'), y ellos sólo obtuvieron como cicatriz de batalla un diminuto rayón en el cristal derecho.
Para un míope hay pocas cosas en el mundo peores que andar sin lentes. Se nos pasan las micros, tememos salir de noche porque las veredas parecen poco fiables... es como si alguien nos alejara las cosas de nuestras narices y cada vez que tratamos de enfocarlas, las pusiera más lejos de nuestro alcance visual. Peor aún si encima tienes astigmatismo.
Además de ver lejos, comienzas a ver borroso, las formas se diluyen y adquieren extrañas características: el doblez de una cortina puede ser una maléfica cara, una pelusa en el suelo se puede convertir en un bicharraco extraño y hasta podrías confundir a la vecina de la casa del lado con tu mamá.
Esta era yo más o menos al salir de mi casa para ir a la consulta del oftalmólogo. Por suerte llegué sana y salva de vuelta a mi casa n_n
Vislumbrando un oscuro, poco definido y nublado futuro inmediato, decidí pedir una hora al oftalmólogo lo antes posible (lo que por suerte ocurrió justo antes de almuerzo). La buena noticia es que mi miopía aumentó muy poco durante los casi 4 años que llevaba (irreponsablemente) sin consultar al doctor.
Feliz por tener entre mis manos un pedazo de papel que me permitiría acceder a mis nuevos ojos, partí a las ópticas cercanas a buscar un marco adecuado.
Ir a comprarse unos marcos nuevos es una de las cosas más graciosas del mundo. Imagínense a un míope probándose lentes, acercando su nariz lo más posible al espejo para tratar de adivinar cómo le quedan tales o cuales marcos. Escuchando las recomendaciones de la vendedora ('estos van mejor con su carita', 'esos son muy grandes', 'esos le endurecen el rostro') y girando la cabeza para ver la cara de nuestro acompañante de turno, preguntándole una y mil veces si eran mejor los gruesos o los de cristales al aire, los azules o los negros... o quizás los rojitos?
Nada más ridículo que probarse marcos de lentes, simplemente porque uno rara vez alcanza de verdad a dimensionar cómo carajos nos quedan. Entonces es imperativo ir con una persona de nuestra más absoluta confianza, alguien que nos pueda decir sin problemas: 'esos te quedan como el culo' o 'te sienta más una bolsa de papel en la cabeza que estos'.
En fin, mientras espero hasta el viernes (cuando por fin tendré ojos nuevos), estoy usando mis antiguos lentes que básicamente me servirán para tomar la micro correcta y no pegarme contra un poste cual Mr. Magoo.
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