jueves, 25 de febrero de 2010

Mis vacaciones

Cómo odiaba hacer esa composición cada primer día de clases en el colegio. Lo detestaba, me recordaba todo lo emocionante que había sido estar en otra parte que no fuera el colegio, con su rutina, sus horarios y su uniforme. Y sin embargo, aquí me tienen, de buen agrado disponiéndome a contarles una parte de mis vacaciones (sólo el material que fue aprobado por la censura oficial).

Primera vez que me iba de camping. Antes lo más lejos que había llegado era al jardín de mi casa, donde cada verano mi papá me armaba la enorme carpa que teníamos para que yo la usara como casita de muñecas e invitara a mis amigas a tomar el té con galletitas de barro. Eso era mi gran experiencia previa: nada de llevar mochilas pesadas, caminar por kilómetros, armar la carpa o dormir en el suelo. Y así y todo puedo decir que salí airosa.

Después de caminar unos 50 kilómetros en una semana (9 de ellos con más de 10 kilos en mi espalda), recorrer 2 Parques Nacionales, estar a puros sobres de comida deshidratada y ver algunos de los paisajes más lindos que he visto en mi vida... creo que me puedo dar por satisfecha y esperar mi estrellita de ‘bien hecho. Nivel básico superado’ en el dorso de mi mano.

Cerca de Piedra del Águila en el Parque Nacional Nahuelbuta. El primer día nos tocó algo de frío y lluvia, pero el paisaje era magnífico.

En el Parque Nacional Nahuelbuta tuvimos una suerte increíble: no habíamos caminado ni un kilómetro cuando una lugareña de la localidad de Vegas Blancas nos llevó en su camioneta y hasta nos ofreció empanadas. Nos dejó a pocos kilómetros de la entrada del Parque y luego de pocos minutos más de caminata, otra vez tuvimos la suerte de que nos llevaran. Claro, las distancias no eran poca cosa, menos con peso (hay 7 kilómetros desde el desvío donde deja el bus rural hasta la entrada del Parque y otros 5 desde ésta hasta los sitios de camping).

Alejandro e Ingrid nos llevaron hasta el camping mismo. Ellos también pretendían acampar por un par de días, hicimos buenas migas y al final compartimos sitio de camping y 2 días de caminatas. Fueron unos excelentes compañeros de ruta con quienes, además, compartíamos el gusto por el cine y la música.

Nuestro grupo de niños exploradores =P

Nahuelbuta es un lugar hermoso. Ubicado en la cordillera de la costa (más antigua que la de Los Andes) y con un microclima húmedo, tiene una vegetación exuberante y boscosa a base de ñirres, lengas, coigües y, sobre los 1.200 metros de altura, la araucaria chilena (no confundirla con la brasileña, que es muy común en zonas bajas).

Desde la famosa Piedra del Águila se puede avistar todo lo ancho de Chile (algo no muy difícil, digámoslo) y obtener una vista sensacional de varios volcanes de la región por un lado y el mar por el otro.

Al día siguiente había un sol radiante y volvimos a subir. Esta vez sí que pudimos ver de cordillera a mar.


Unos días después estábamos en Curacautín, desde donde pretendíamos ir al Parque Nacional Conguillío, pero en la oficina de turismo de la comuna nos informaron que el camping estaba “colapsado”, así que o esperábamos hasta el lunes (era sábado; los fines de semana llegan muchos más turistas) o nos íbamos al Parque Nacional Tolhuaca, también cerca de allí. Optamos por esto último, después de todo, el objetivo de ir a fondearse al sur era justamente ese: no ver tanta gente.

Nuestra peripecia por esos lados no fue fácil. Para llegar al camping tuvimos que caminar unos 9 kilómetros. Ni siquiera nos salvó hacer dedo: el camino ripiado que pasa por el Parque es muy poco transitado un maldito desierto por donde pasan plantas rodadoras debido a que en sus alrededores sólo hay plantaciones de pinos y eucaliptus. Nada de parcelas. Durante nuestro trayecto pasaron sólo 2 autos, ambos con turistas (probablemente santiaguinos) poco dados a llevar a un par de tiernos mochileros.

Llegamos hechos unas piltrafas humanas, pero valió la pena. En Tolhuaca vimos paisajes maravillosos como Laguna Verde o el Salto del Malleco, escuchamos al Pitío (una especie de pájaro carpintero chileno) taladrar los árboles y hasta nos encontramos con un gringo loco y astrónomo amateur que andaba con su telescopio a cuestas y nos mostró maravillas como el cinturón de Orión o la Gran Nube de Magallanes.

Laguna Verde en el Parque Nacional Tolhuaca.


Nuestra parada entre medio de ambos Parques fue Angol. Usualmente uno dice cosas como que era una ciudad ‘muy bonita’ y que la gente era ‘muy simpática’, sólo que esta vez es cierto. Cuesta encontrar una ciudad donde uno se sienta particularmente bien acogido. Hace un poco más de un año con mi novio fuimos a Ovalle, la antítesis de Angol: la gente era hosca, el alojamiento caro y la comida mala. Así que no, no es fácil encontrar una ciudad donde realmente den ganas de volver.

La gente en Angol es risueña y confiada, atributos raros (por no decir imposibles) de encontrar en las grandes ciudades. Es usual ver bicicletas tiradas fuera de las casas o locales comerciales sin cadenas, rejas sin llave y ventanas sin protecciones. Tienen la gracia de ser una ciudad (todavía) pequeña, con un comercio activo, preciosos sitios turísticos cercanos y sin los ‘vicios’ de las grandes urbes. Y eso, un citadino lo agradece.

Eso sí, el calor es terrible. A sólo 36 kilómetros de Nahuelbuta (donde se siente mucho frío y humedad) parece imposible este microclima caluroso y, por momentos, sofocante. El sol pega fuerte y es absolutamente entendible que entre las 13.30 y las 15:30 no se vea ni un alma en la calle. Simplemente te asas.

La Plaza de Armas de Angol, la ciudad-fuerte que fue fundada 7 veces... eso es tener coraje, mierda (o ser huevón).

Creo que demás está decirles que fueron unas vacaciones preciosas, donde me maravillé de la naturaleza y descubrí algo más de mí misma: que soy bastante menos quisquillosa y más aperrada de lo que creía =P

El lado B, que también amerita ser contado, lo dejaré para un próximo post ;)

4 comentarios:

Anónimo,  viernes, febrero 26, 2010 9:23:00 a. m.  

Yo quería también irme de camping, aunque nunca lo he hecho y soy bastante citadina.

Pero para variar nos cagaron con las vacaciones. Será para la próxima.

Myriam viernes, febrero 26, 2010 3:12:00 p. m.  

Alejandra: pucha, espero que la próxima sí les resulte. Al menos yo lo pasé espectacular (y eso que también soy una niña de macetero).
Hay que planear bien e ir con el mínimo de cosas posibles. Sólo aquellas indispensables para la sobrevivencia =P
Saludos! =)

Any sábado, febrero 27, 2010 8:15:00 p. m.  

Querida Myriam, estoy muy apenada y preocupada por las noticias que llegan desde alli. Supongo que en este momento estará todo cortado, asi que apenas puedas dejanos saber que estas bien.
Te mando un gran abrazo extensivo a todo Chile.

Jorge Román domingo, febrero 28, 2010 10:31:00 p. m.  

Estimada Any:

Soy Jorge, el novio de Myriam. Ella está bien y toda nuestra familia salió incólume del terremoto, gracias al Monstruo de Espagueti Volador. Myriam sólo está preocupada por sus tíos de Concepción, con quienes estuvimos hasta el sábado 20. Nos pudimos contactar con ellos ayer por la mañana y nos dijeron que están bien, que a su casa no le pasó nada, pero también sabemos que en la ciudad no hay agua, ni teléfonos, ni electricidad, así es que no tenemos idea cómo seguirán ellos.

Muchas gracias por la preocupación. Myriam no está conmigo ahora, pero sé que te enviaría un gran abrazo también.

Cariños,

Jorge

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