Dejen a Clint en la pantalla

Es lindo soñar e imaginarse que corres por un campo de hierbas altas, mecido por el viento y bañado por el dorado sol, y que tu amado (a) viene hacia tí con una sonrisa en el rostro y ojos brillantes de amor, mientras de fondo suena una lluvia de violines que se hace cada vez más fuerte, estruendosa y catártica, hasta que finalmente se abrazan y la cámara se aleja lentamente hasta que no son más que un punto flotando sobre la inmensa llanura.

Ay, qué lindo, ¿no?

Es lindo para una película romántica. El problema está cuando las personas se lo toman en serio y después tenemos a miles de solteras o separadas de treinta y tantos o cuarenta esperando encontrarse con su príncipe azul en un casual intercambio de regalos para la Navidad.

Desfallecen día tras día en su espera sin fin, convencidas de que un jardinero rudo, pero tierno, con una cara igualita a la de Clint Eastwood en Los Puentes de Madison, vendrá a buscarlas y las llevará al séptimo cielo de las amas de casas del siglo XXI. Sueñan todas las noches con convertir al jefe mujeriego - ese que se parece a Hugh Grant- en un padre de familia serio, cariñoso y feliz. Todos los años le piden al Viejo Pascuero que les traiga a un Tom Hanks o un Colin Flirth envuelto en papel de regalo.

Las comedias románticas son lindas, entretenidas e ideales para una aburrida tarde de domingo (igual que las pelis de acción y las gore), pero no por eso hay que creer que eso te puede pasar a tí.

Según una investigación, las comedias románticas pueden arruinar una relación de pareja. Según yo eso es una vil patraña: los que arruinan la relación sólo son 2 y no son precisamente el productor y el director de la peli.

Chicas (y eventualmente chicos con problemas): la realidad es bien diferente a la versión acaramelada y falsa del amor que tiene Hollywood, pero no por eso menos linda. Tiene todos esos elementos cotidianos, no glamorosos, estúpidos, aburridos y hasta sucios que las películas editan por un asunto de marketing, pero aún así vale la pena.

A las comedias románticas hay que dejarlas justo en el lugar que merecen: la estantería del videoclub para arrendarlas un domingo lluvioso y verlas mientras te tomas un chocolate caliente. Emocionarse un poco y reírse el doble. Es entretenido imaginar que uno es la heroína y soñar un rato, pero no por eso creerse que el que está durmiendo junto a ti tiene que actuar como si fuera el co-protagonista... te apuesto 10 a 1 a que él puede ser mucho mejor al menos en un aspecto: puedes sentir el aroma de su piel, besarlo, mirar sus ojos y tener la certeza que ningún Clint, ni aún de 30 pulgadas, te amará como te ama él.