jueves, 11 de diciembre de 2008

Melancholy Blues


... la soledad caminaba a su lado por la acera llena de gente.
Graham Greene en "El Tercer Hombre"

Me acabo de enterar que el día que acaba de terminar fue miércoles porque me tocó tomarme la pequeña pastillita blanca correspondiente al día marcado como 'mi'. Y es que probablemente si no fuera por mi pastilla ayuda-memoria, me iría a la cama sin saber qué día es el que acabo de (tratar de) vivir.

Siempre los fines de años son estresantes y corridos, pero pocas veces había sentido un cansancio físico y emocional como el que siento ahora. Estoy más irritable y sensible que de costumbre, ya varias veces me he sorprendido en la micro, camino a alguna parte, mirando hacia el infinito mientras pienso en las cosas que he perdido y las que voy a perder.

Estoy mirando el vaso medio vacío. El péndulo se ha detenido en una tranquila melancolía que me acompaña como mi sombra.

Mientras más gente hay a mi alrededor, mayor es la soledad que siento.

Camino por las calles del centro atestadas de oficinistas, mujeres con guaguas y coches, vendedores ambulantes, payasos o mimos ocasionales (de los cuales huyo rápidamente), emos, punks... gente, sintiendo ese vértigo que de un momento a otro se transforma en una profunda calma. Entonces comienzo a caminar más lento, a mirar sin ver, a tararear entre dientes alguna melodía inventada allí mismo, mientras en mi mente afloran, como en un carrusel, imágenes de mi papá.

Cuando me enseñó a andar en bicicleta, conectado al respirador artificial en esa triste sala de hospital, cantando ópera, riendo a carcajadas, tomándome en brazos, pálido dentro del ataúd, sermonéandome, abrazándome... sin orden, sin respeto, sin pudor, se aparecen en esta cabecita mía, mientras retengo a esa lágrima delatora que amenaza con dejarse caer.

El 24 de diciembre se cumple un año desde la última vez que pude ver bien a mi papá y conversar con él. La última vez que me abrazó, que sentí voz, sus manos firmes aferrándose a mi brazo como si en realidad yo fuera su bastón, su risa estruendosa y sincera, su mirada profunda, tan difícil de retener.

Como nunca los recuerdos se han tomado mi vida, llenando de fantasmas cada rincón. Yo trato de pasar lo más silenciosamente posible para no espantarlos: no quiero que me dejen sola.



I sit in the dark light,
to wait for ghost night,
to bring the past alive,
to make a toast to life,
cause I have survived.

11 comentarios:

Anónimo,  jueves, diciembre 11, 2008 12:45:00 a. m.  

Ese momento es solo para ti. Nadie más puede recorrer los laberintos que cruzan tu cabeza, como recuerdos entrelazados en fotografías inexistentes.


Abrazos fuertes, cariños ajenos.

Nicolás jueves, diciembre 11, 2008 9:11:00 a. m.  

La experiencia y los sentimientos son expresados de una manera muy integra. En pocas líneas me hicíste acordar a mi viejo...

Decíme dónde te mando el libro...

Saludos

Alberto Espejel Sánchez jueves, diciembre 11, 2008 4:10:00 p. m.  

toda ausencia es una área de arpendizaje, una necesidad de conocimiento, bastante ardua

toda separación, toda pérdida

sin embargo al afrontarla siempre resulta que te conquistas, que comprendes, que evolucionas, que te liberas

al parecer tú andas en ese camino que acaba en libertad (se necesita practicar el desapego para no seguir atado a ese alguien que, por la razón que sea, ya no está), el cual es duro pero es inevitable, además, siempre acaba en algo estupendo

las separaciones terminan por no ser tales . nunca hay muerte, lo que hay es transformación . el tiempo y los cuerpos no importan mucho realmente, sólo son buenas herramientas para aprender sobre el amor, sobre aprovechar el tiempo, sobre las ventajas del desapego, en fin, ya me estoy desviando horrible, digamos que sólo quería mandarte un saludo y un breve reconocimiento porque el momento en el que estás (según entiendo de cierto vacío, de soledad, de nostalgia) siempre deja algo bueno: dejas de vivir la inmediatez del mundo y comienzas a comprender la profundidad de las cosas

y nada, un abrazo

pd - el tercer hombre es uno de los cuentos que más he disfrutado en mi vida, por textos así quise volverme escritor

Anónimo,  jueves, diciembre 11, 2008 7:15:00 p. m.  

No, no camines en silencio.
Sientante e invitalos a tomar el te.

En serio, try it.

Saurio jueves, diciembre 11, 2008 8:59:00 p. m.  

Este día no hay palabras.
Solamente un abrazo.

Cuídate!!

Myriam jueves, diciembre 11, 2008 10:50:00 p. m.  

Nav!'s: todos los cariños son siempre bienvenidos. Gracias, Nav!'s n_n

Nicolás: gracias. Por lo del libro, te puedo escribir al mail, mejor?

Alberto: la verdad es que yo si quiero seguir atada a ese alguien. Lo que pasa es que en el fondo el dolor que describo es un dolor que tiene un fondo dulce, porque es producto de todo el amor que siento por mi papá.
Gracias por pasar y sí, el Tercer Hombre es buenísimo.

Boo: estoy aprendiendo, estoy tratando. Gracias ;)

Saurio: gracias, querido =)

Mona Van Ana sábado, diciembre 13, 2008 6:41:00 p. m.  

No permitas q los recuerdos se conviertan en cosas tristes y que te depriman, si no reciclalos, de nuevo para q te den y roben de vez en cuando una sonrisa.

=) Saludos!

Unknown domingo, diciembre 14, 2008 12:47:00 p. m.  

com dice mi adorada emily dickinson: I sing because I'm afraid.
y canta, linda, canta mucho y canta todo, no sólo por el miedo ni por la tristeza, sino por la alegría de haber tenido la oportunidad de estar cerca a alguien tan especial.
un besote inmenso.

Nicolás lunes, diciembre 15, 2008 9:38:00 a. m.  

Hoy parte el libro hacia aquellas tierras...
Avisame cuando llegue...

Saludos

Myriam lunes, diciembre 15, 2008 11:18:00 a. m.  

Mona: estoy tratando de invertir el porcentaje de pena y alegría que me producen. Gracias por pasar =)

Analix: gracias, querida, espero no dejar nunca de sonreír y de cantar.

Nicolás: genial! te aviso cuando llegue. Besos!

Jorge Román jueves, diciembre 18, 2008 11:06:00 p. m.  

Mi dulce niña:

Lo único que puedo agregar es que me siento afortunado de haber conocido a su papá y de haber compartido algunos de esos momentos con usted.

Me gustaría haberlo conocido antes del primer accidente, eso sí. Aunque me imagino que por ese entonces él me habría mirado con miradas suspicaces...

Te amo, linda. Y no deje nunca de disfrutar esos recuerdos, que, al parecer, es lo único que nos permiten echar en el equipaje al otro mundo.

Aunque parece que a esa azafata pelada le da por perder las maletas cuando uno hace el viaje de vuelta...

¡Besos!

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