Dios es un pobre diablo

“Dios es un pobre diablo con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento, logra ser Goya, pero generalmente es un desastre”.

Ernesto Sábato

Démosle espacio a la duda. Quizás exista y se está tomando la cabeza a dos manos, harto de tanto protagonismo en nuestras vidas, harto de súplicas, peticiones y felicitaciones... harto de búsqueda insensata.

Quizás se haya tomado vacaciones en una galaxia muy, muy lejana o quizás se entretenga espiando nuestras vidas. Quizás seamos su reality favorito y use su mentada omnipresencia para observar cada una de nuestras acciones y pequeños dramas cotidianos.

Quizás todavía no le haya tomado el peso a lo que creó y ni él sepa en qué va a terminar su experimento...

Hace poco terminé de leer “Memnoch, el diablo” de Anne Rice, en donde Lestat se encuentra cara a cara con el mismísimo Lucifer.

La autora relata cómo el hermoso arcángel Memnoch (Lucifer, Satanás, el Diablo, etc), desgarrado entre su amor por Dios y por las criaturas de su creación – la humanidad –, e incapaz de entender el dolor del mundo, comienza a cuestionar las decisiones del mismo Dios.

La ‘rebelión’ del diablo no sería otra cosa que la eterna pregunta ante el sentido de la vida y del dolor... y la locura de presentir que, en realidad, no lo hay. Abrumado por el sufrimiento de las almas de los muertos, incapaces por sí mismas de acceder al Cielo, Memnoch decide bajar a buscarlas, convirtiéndose en el malo, el odiado y el temido.

Hace un tiempo ya que perdí mi fe, pero la trama me pareció una perspectiva terrible. El mundo creado por un capricho, el sufrimiento como una purificación del alma, la carne como un tránsito de la materia...

El mismo Lestat concluía que el mundo estaba en manos de un par de locos que realmente no entendían el significado de ser humano, de vivir las miserias y las sublimes alegrías terrestres.

Finalmente quién no se ha preguntado por el sentido de la vida y de la muerte, por el sentido del dolor. Las religiones son opciones de respuesta, pero en esta época más que en ninguna otra se nos hace tan patente que son eso, una decisión personal fuertemente influida por la cultura ¿dónde está Dios ahí? ¿por qué da respuestas tan diversas, contradictorias e irreconciliables entre sí? ¿que la mente humana es incapaz de acceder a sus 'misterios'? ¿y entonces qué pretendía dándonos un nivel de razocinio intermedio entre el animal y el Creador, elevado como para descubrir el origen de la materia e inútil para acercarse a Sus misterios? ¿volvernos locos?

Quizás lo haya logrado...

Finalmente, quién no ha odiado a Dios por su silencio...