La felicidad es un instante eterno
"Creo en la vida eterna en este mundo,
hay momentos en que el tiempo se detiene de repente
para dar lugar a la eternidad".
Fiodor Dostoievski
hay momentos en que el tiempo se detiene de repente
para dar lugar a la eternidad".
Fiodor Dostoievski
Esta foto fue tomada el 2 de enero de este año. Con mi hermano y mi novio, habíamos ido a pasar el año nuevo a Valparaíso, al departamento que la abuelita de mi novio tiene allá y ese día decidimos que íbamos a ir a la playa.
Programé la alarma de mi celular inusualmente temprano para que alcanzáramos a tomar desayuno y llegar antes que nadie a la playa. Por suerte tenía mi teléfono encendido. No pasaron ni 15 minutos y me llaman del lugar donde estaba mi papá, avisándome que se había enfermado (no sabían de qué), pero me decían que era grave y que lo habían trasladado al hospital.
Sin embargo, igual fuimos a la playa. Disfrutamos a concho esos minutos corriendo, jugando, haciendo tonteras... fue justo antes de que comenzara el infierno.
Tiene que ser como la alegría del condenado a muerte cuando contempla su último amanecer, ésa que uno quiere disfrutar a como dé lugar, no importa lo que pase después. Que todo se vaya al infierno, que el mundo se vaya al carajo... que tu mundo se caiga a pedazos...
Y mi mundo se hizo pedazos...
Eso fue lo que vino después. Lo sabía. Yo creo que los chicos también. Por eso quisimos disfrutarlo, por eso nuestras caras reflejan genuina alegría, porque la sentimos. A pesar de los llamados cada media hora que sólo aumentaban la incertidumbre, a pesar de los malos presentimientos... a pesar del mundo, nosotros decidimos ser felices por un par de horas.
Después me enteré que mi papá había sufrido su segundo accidente cerebro-vascular. Que estaba mal, que estaba inconsciente. Lo que yo no sabía era que jamás iba a despertar, que jamás lo iba a escuchar otra vez... que jamás volvería a abrazarme. Su mirada tuve el placer de verla una vez más, una semana antes de que muriera.
Por eso me gusta esta foto, porque a pesar de saber que algo andaba mal, transmite una alegría enorme. No crean que fue triste. Realmente fuimos felices esa mañana. A ratos me olvidaba completamente de lo que estaba pasando a cientos de kilómetros de distancia... ya tendría todo el tiempo del mundo para eso. Ese era tiempo de reír. Reír como si el mundo se fuera a acabar.
9 comentarios:
ay.
no se bien que decir.
me llegó el texto ese.
y creo que a veces es mejor el silencio.
Siempre tenemos momentos para reir, y reir, y reir como si no faltara nada más.
Incluso cuando todo está pésimo, hay momentos para reir.
Lo que me pasa a mí, y eso si es trágico, no es la ausencia de la risa, si no más bien dejar de sentir en lo absoluto.
luego se hace necesario algún asesinato.
un beso myriam.
Tremenda imagen. Era una foto más, entre muchas otras, hasta que leí tu post. Me conmovió.
Carmela: a veces un silencio vale más que mil palabras... gracias n_n
Camila: también he tenido momentos de insensibilidad, pero poquísimos, porque más bien soy de emociones muy fuertes. Pero, eso sí, trato de que nunca me abandoné la alegría... siempre hay porqué reír.
Eric: gracias por pasar, Eric n_n (por cierto, los de la foto somos mi hermano y yo)
Los momentos felices en medio de la tormenta siempre serán recordados.
Nav!'s: esos son los momentos eternos...
instantes eternos...
como cantan por ahí
un silencio entre canción y canción
la distancia entre un beso y el dolor
y la aventura ke tratamos… funcionó
con tu canto y con tu amor
me alegro que hayas tenido esos momentos.
esos que hacen que la vida valga la pena
Analix: es cierto... del dolor también podemos renacer y sentirnos orgullosos de haber sobrevivido. Y sobre todo, sin olvidar nunca sonreír.
A mí me pasa algo extraño con ese momento: a veces me siento culpable de haber sido tan feliz. Pero claro, suelo sentirme culpable por muchas tonterías en mi vida.
Ahora que lo veo con distancia, creo que era lo mejor que podíamos hacer, lo mejor que podíamos vivir. No creo que hayamos venido a este mundo para estar permanentemente de luto y poner rostro grave cada vez que nos ocurre algo fuerte.
Quizás en la vida, como en las películas, se necesita un contrapunto para mantener el equilibrio.
Y además siento que quizás su papá estaba ahí con nosotros cuando tomamos esas fotos.
Besos,
Jorge
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