lunes, 10 de noviembre de 2008

Yo prejuzgo, tú prejuzgas

“Prejuicio” es una de esas palabras que la sociedad ‘moderna’ y ‘democrática’ detesta. Junto con la discriminación y la intolerancia conforman la tríada maldita de nuestra sociedad políticamente correcta.

Que te digan que eres prejuicioso es como que te digan que eres un idiota, un inepto o un ignorante. Es ser un troglodita en la época de la esplendorosa civilización occidental, un cavernícola en pleno New York City. Un pecador.

Así y todo, me declaro prejuiciosa. Soy de las que a partir de un gesto, una palabra o, incluso, una prenda de ropa, se imagina de qué va la persona (lo que no significa que me rija por estereotipos).

Mi ejercicio favorito cuando voy en la micro o en el metro es reconstruir la historia de una persona a partir de su rostro, de su expresión, de su ropa, de su postura corporal, dónde se suba, dónde se baja, qué lleva en la mano, etc.

También lo hago con la gente que conozco. ¿Habla con una papa en la boca? ¿usa un crucifijo? ¿tiene modales afectados? ¿lee a Osho?

Para qué estamos con cosas, todos, en mayor o menos medida, somos prejuiciosos. Miramos de arriba a abajo, nos fijamos en gestos, recordamos modales y opiniones, ponemos atención a cómo pronuncia tal o cuál palabra, nos fijamos cómo escribe por msn, cómo camina, dónde compra la ropa, qué música escucha, qué libros lee y hasta qué nombre le pone a su mascota. Coleccionamos información para armarnos nuestro rompecabezas mental propio.

Para mucha gente el prejuicio es un límite. Para mí, no. No es que el prejuicio lo que te impide conocer, es uno mismo.

El problema no es el prejuicio, es ver qué tan capaces somos de derribarlos o de que no sean una barrera para la disfrutar la vida y conocer a las personas. Echarle la culpa a los prejuicios es no asumir uno la culpa de nuestra cabeza dura, de nuestra poca curiosidad o de nuestro desinterés.

El problema de los prejuicios es cuando se vuelven juicios. Cuando no tenemos la flexibilidad mental necesaria para cambiarlos. Cuando, a pesar de toda la evidencia en contra, seguimos pensando lo mismo. Cuando no nos damos cuenta de que el prejuicio no tiene porqué implicar una barrera, sino que puede ser una posibilidad.

La posibilidad de conocer a una persona... y de sorprenderse. Nunca se sabe y, si nos damos el tiempo, la chica callada de lentes puede ser una excelente compañía para una tarde de pasión.

9 comentarios:

Anónimo,  lunes, noviembre 10, 2008 12:35:00 p. m.  

Un prejuicio con valor de verdad:

Todas las mujeres son putas.

Me lo dijo mi madre, y es bastante cierto.

Unknown lunes, noviembre 10, 2008 1:53:00 p. m.  

boo!
de verdad no creo que todas las mujeres sean putas.
todas la gneralizaciones son malas.

myriam: entiendo tu punto al confesarte prejuiciosa, pero me encanta que sepas flexibilizar tus juicios
:D

a ver qué dices de mí de estos hechos:
tengo el cabello chiquitito
nunca uso tacones a pesar de mi 1.63 m.
no uso carteras (solo bolsitos de tela)

besote!

Anónimo,  lunes, noviembre 10, 2008 3:57:00 p. m.  

El prejuicio es justamente eso: un juicio previo, pero a la gente le encanta confundir las cosas con necedades. Un siempre pre-juzga antes de conocer lo que se vuelve un problemas es cuando no somos capaces de superar al mismo.

Aunque me acabo de acordar de algo: sabían que el prejuicio funciona en el receptor como revote. Lo que proyectamos para ver lo que queremos ver se vuelve contra esa persona y esta misma termina actuado justamente como creíamos.

Algo enredado, pero cierto.

Y la verdad tanto como el prejuicio es un invento :D

Saludos.

Saurio lunes, noviembre 10, 2008 7:49:00 p. m.  

También he escuchado que buscamos en las personas las cosas que nosotros mismos deseamos y carecemos. No sé, ¿Puede tomarse la idealización como un prejuicio?
A mi parecer: SÍ, prejuicio en el que caigo muy a menudo.
Cuidate y gracias por pasearte por mi blog!!

Myriam lunes, noviembre 10, 2008 10:42:00 p. m.  

Analix: cabello chiquito suena extraño... es corto, cierto? mmm... quizás porque es más cómodo y menos engorroso que el pelo largo?
Ufff... yo tampoco soporto los tacos. Como mucho unos tacones bajitos... y soy más bajita que tú! =P
Carteras he aprendido a usar hace poco... y no sé, todavía le tengo cariño a la mochila =)

Boo y Nav!'s: "la verdad tanto como el prejuicio es un invento"... TRUE.

Saurio: al final uno siempre ve lo que quiere ver... el punto es poder cambiar de idea si es necesario. Me encantó tu blog, Saurio, pasaré a menudo por ahí ;)

Saludos a todos! n_n

Diego martes, noviembre 11, 2008 11:13:00 p. m.  

Entonces tendrían que llamarse "protojuicios".

Jorge Román lunes, noviembre 17, 2008 6:52:00 p. m.  

Yo tengo un prejuicio que se está convirtiendo en juicio:
"El ser humano es un animal estúpido".

¡Besitos, bella!

Jorge Román lunes, noviembre 17, 2008 6:53:00 p. m.  

Boo: podría agregar que todos los hombres también somos putos. Lo que pasa es que las mujeres y los hombres son más o menos exigentes para cobrar y escoger a sus clientes. =P

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